top of page
  • Twitter Social Icon
  • LinkedIn Social Icon
  • Facebook Social Icon
Buscar

Nada nuevo bajo el Sol. Reflexiones sobre la pandemia

  • Foto del escritor: Andrés Urbano
    Andrés Urbano
  • 4 abr 2020
  • 4 Min. de lectura

“No lloréis por mí. Pensad en la enfermedad y la muerte de tantos otros”. Marco Aurelio, Medicationes, IX, 2


Mientras escribo estas líneas, hay millones de personas que viven aterrorizadas por el COVID-19. Algunos menos, afortunadamente, están luchando contra él en hospitales. Lo que parecía una enfermedad fácilmente tratable hoy nos deja lúgubres imágenes de ataúdes amontonados unos junto a otros. Nos acerca a la Muerte, en un mundo en el que los avances científicos y la protección social nos provoca cierto sentimiento de invulnerabilidad.



En el año 165 de nuestra era, la Romanitas (el Imperio romano) de Marco Aurelio era azotado y su población barrida por una pandemia de dimensiones apocalípticas que estuvo a punto de acabar con el mundo civilizado y que provocó profundos problemas para una entidad política que jamás volvería a levantar cabeza ni a recuperar su esplendor pasado. Era la Peste Antonina.


La gente entró en pánico, en Roma morían dos mil personas al día, los médicos no encontraban el tratamiento adecuado, se prohibieron los viajes y los desplazamientos al igual que cualquier festival, reunión o evento deportivo. La economía se desintegró, y las pilas de muertos se contaban por millares. El mundo se paró.


Se extendió con sorprendente facilidad gracias al comercio marítimo y a la extensa red romana de carreteras y al principio parecía una simple gripe, dolor muscular, fiebre y jaqueca, nada preocupante. Pero rápidamente mutó. Erupciones en la piel, costras y tos con sangre. Era tan grotesco y doloroso que lo mejor que tenía era que en menos de cinco días estabas muerto y dejabas de sufrir. Se calcula que entre diez y dieciocho millones de personas murieron. El Imperio romano ya no parecía el próspero poder que había sido hasta entonces.


Y sobre toda esta situación tan apocalíptica había un hombre, el emperador Marco Aurelio, al que todos dirigían su mirada suplicantes en busca de guía.



En primer lugar, Marco Aurelio dijo que la gente debía mantener la calma. "Tened siempre en mente que todo esto ya ha pasado antes..." escribió "...y todo volverá a pasar de nuevo, los mismos pasos de principio a fin." Igual que entonces, ahora, saldremos de esta, no hay nada nuevo bajo el Sol, ya hemos pasado por esto antes y lo volveremos a pasar.


Arriba escribía sobre el sentimiento de invulnerabilidad moderno. Hemos vivido siempre a merced de enormes eventos que escapan a nuestro control. Los estoicos sabían que no hay ningún problema que nosotros mismos no seamos capaces de hacer aún peor con nuestra actitud. Parte de ser estoico esencialmente radica en aceptar que mucho de lo que pasa a nuestro alrededor escapa a nuestro control.


El estoicismo es una filosofía que brilla con más fuerza cuando todo está oscuro. El ejemplo de esto es Marco Aurelio y la Plaga Antonina, se comportó con gran valor, hizo literalmente todo lo que estuvo en su mano en aquellos momentos. Se quedó en Roma cuando la gente más rica de la Ciudad Eterna escapaba a sus villas en el campo. Nadie hubiese reprochado al emperador que se hubiese ido y, sin embargo, se quedó, se rodeó de los mejores expertos de los que disponía y se dejó aconsejar por ellos, puso a los mejores médicos al mando de la lucha contra el virus. Perdonó las deudas con el Estado a todos los ciudadanos y obligó a los más ricos a contribuir económicamente. Subastó todo el tesoro imperial, desde las lámparas a las joyas. Auditó a los miembros de su gobierno y no permitió ningún gasto superfluo.


Sabía que la confianza en el gobierno era esencial y no iba a violar la confianza que el pueblo depositaba en él. Se enfrentó a la plaga más mortífera de la historia de Roma sin mostrar nunca miedo. Fue a funerales, dio discursos, visitó enfermos y sintió verdaderamente el sufrimiento de sus conciudadanos. Su biógrafo cuenta que se echó a llorar cuando escuchó a alguien decir "benditos aquellos que han muerto en la plaga".


Lideró a Roma en esta crisis sin negar jamás sus deberes, y pagó cara su exposición. Contrajo la enfermedad y cuando supo que sólo le quedaban unos pocos días de vida, reunió a sus mejores amigos para asegurar una transición pacífica a su hijo Cómodo. Amado por sus amigos, a estos les embargaba demasiado el dolor para centrarse en la tarea y Marco Aurelio les reprochó que tomaran una actitud tan poco filosófica.


El pasado nos enseña muchas cosas, por ejemplo, que no nos damos cuenta de lo frágiles que somos hasta que no sobrevienen catástrofes, "memento mori", somos mortales. Ninguna persona, ningún país está a salvo ni nadie es especial como nos gusta pensar de nosotros mismos o del grupo social en el que nos ha tocado vivir.


Marco Aurelio quiso y se aseguró de que esta frase, memento mori, estuviera en cada una de sus decisiones. Ser indulgente con los demás y exigente con uno mismo. Una enfermedad como esta plaga puede amenazar nuestras vidas, pero la maldad, el egoísmo, el orgullo, la hipocresía, el miedo,..., todas estas cosas atacan a nuestra humanidad. Por ello creo que se puede usar esta crisis como Marco Aurelio hizo, recordando las virtudes centrales que los estoicos quieren que vivamos: Humildad, Simpatía, Servicio, Sabiduría. No podemos perder tiempo, no podemos dar nada por hecho. Aunque no tengamos ni el puesto ni la responsabilidad de Marco Aurelio sí podemos fijarnos en su ejemplo, si podemos y debemos, ser buenos con el prójimo.


Próximamente, cuando mis obligaciones me lo permitan, intentaré hacer un post más práctico sobre cómo aprovechar el confinamiento. Hasta entonces, lavaos las manos y permaneced en casa, os deseo un buen camino hacia la Vida Buena.



 
 
 

Comments


SIGN UP AND STAY UPDATED!

Thanks for submitting!

  • Grey Twitter Icon
  • Grey LinkedIn Icon
  • Grey Facebook Icon

© 2023 by Talking Business.  Proudly created with Wix.com

bottom of page