Problemas son oportunidades, una historia oriental y un Premio Nobel de Medicina
- Andrés Urbano
- 13 sept 2019
- 3 Min. de lectura
Había un rey en un país lejano cuyo pueblo estaba formado por gentes que habían crecido con todo al alcance de la mano, sin ningún problema, alejadas de todo mal, y por ende, habían crecido blandas. El rey, que era sabio, estaba poco satisfecho con esta laxitud en las costumbres de sus súbditos, así que decidió darles una lección.
El plan era realmente simple. Consistía en colocar un gran bloque de piedra en medio de la carretera principal de modo que nadie pudiese pasar por ella, él se escondería cerca y observaría como los súbditos reaccionaban a este contratiempo.
El rey, desde su escondite, observó con creciente desazón como súbdito tras súbdito llegaban hasta el obstáculo, se daban por vencidos y se volvían, o, en el mejor de los casos, intentaban vagamente apartar la piedra antes de darse rápidamente por vencidos. Muchos de ellos, además, en lugar de buscar alguna solución, se quejaban, maldecían al propio rey o culpaban a su mala suerte mientras se iban.
Y así fueron pasando los días, hasta que llegó un solitario campesino. No se dio la vuelta como los demás. Primero, trató de quitar la piedra con sus propias fuerzas, con poco éxito. Finalmente, decidió acercarse al bosque adyacente al camino y retornó con una gran rama, y luego con otra piedra de gran tamaño. Colocó la piedra junto al bloque y con la rama hizo palanca, hasta que el bloque comenzó a ceder y finalmente cayó a un lado del camino. Bajo la roca había una gran bolsa de monedas de oro y un pergamino en el que ponía lo siguiente:

“El obstáculo en el camino se convierte en el camino. Nunca olvides, con cada obstáculo hay una posibilidad de mejora personal.”
Nos pasamos la vida echando balones fuera. Es duro, pero es cierto. Y eso no significa que no estemos limitados, claro que no. Sin embargo, el nudo gordiano de la cuestión radica en el enfoque con el que nos aproximamos a los problemas que la vida nos presenta. Tenemos una vida relativamente fácil, abrimos la nevera y hay comida, tenemos una cama cómoda y abrimos el grifo y sale agua caliente. Son cosas por las que estar muy agradecido, pero como nos vienen dadas, como las damos por hecho, no llegamos a valorarlas.
Y ante el más mínimo revés nos paramos en seco. Los obstáculos en el camino son oportunidades. Por la sencilla razón de que son contratiempos para los que no estábamos preparados y que nos hacen salir de nuestra zona de confort para enfrentarnos a ellos. Y ya si después de superarlos somos capaces de extraer una enseñanza eso ya es la leche.
El Premio Nobel de Medicina Alexis Carrel definió esto que intento explicar de una manera quirúrgica: “El Ser Humano no puede construirse a sí mismo sin sufrimiento, es a la vez el escultor y el mármol.” Qué frase tan poderosa. Alerta flipadismo, esto no va de darse latigazos o de cazar en el bosque tu propia cena con las manos desnudas. Va de abrazar aquellas vicisitudes que la vida nos pueda deparar y abrazarlas bajo un prisma de racionalidad, ver desde arriba los problemas, extraer enseñanzas y, sobre todo, prepararnos para lo que pueda venir.
Control de uno mismo, disciplina, …, son conceptos a los que dedicaremos la próxima entrada.
Hasta entonces, os deseo un buen camino hacia la Vida Buena.
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